Actualmente, la industria de consumo (con sus redes) es muy diferente a la era “Henry Ford”, un período en el que se ofrecía a todos los consumidores el mismo modelo de automóvil, en el mismo color. Hoy el consumidor dicta las reglas de compra: está plenamente conectado y bien informado y, por, sobre todo, es extremadamente exigente. Por ello, la industria se está reinventando con la personalización de productos. Y existe la fibra óptica.
Este fenómeno es lo que llamamos la Cuarta Revolución Industrial, que tiene como objetivo llevar inteligencia, eficiencia, mayor productividad, innovación y autonomía a los procesos mediante la conexión de todos los sensores, máquinas y sistemas de fabricación con los de gestión corporativos. El concepto de Industria 4.0 surgió en 2011 y, así como hicieron en su momento la máquina de vapor, la electricidad y las computadoras, esta vez fue la digitalización el eje de un ciclo continuo de innovación que transformó tanto al mundo de la producción como al paisaje de las TI.
La noción de un desarrollo de la producción potenciado por las nuevas tecnologías —la Computación en la Nube, el Internet de las Cosas (IoT), el Big Data y la Inteligencia Artificial— apunta a la generación de cadenas de valor totalmente integradas, en las que se optimizan los procesos, el suministro de materiales y la distribución. La idea es que la eficiencia alcanzada haga más rentable la producción y otorgue flexibilidad y competitividad a las empresas.
Un efecto inherente a estas cadenas de valor tecnológicamente integradas es que a cada segundo se genera un enorme volumen de datos que deben ser procesados en tiempo real. En ese paisaje, la calidad de estos es tan importante como los productos, lo que implica un desafío histórico para la industria y para las tecnologías de la información. Sin infraestructuras de TI flexibles y escalables, no resulta concebible cumplir los retos de la Industria 4.0.
Para que las nuevas tecnologías puedan cumplir la promesa de transformar a la industria, es necesario contar con una infraestructura de red capaz de soportar su funcionamiento.
Una apuesta clave
Durante años, los entornos industriales se consideraron hostiles y la nueva tecnología solo se introdujo cuando se comprobó su nivel de seguridad y su capacidad para satisfacer las necesidades específicas de ese entorno. Afortunadamente, las tecnologías han avanzado a un ritmo acelerado y buscan optimizar la cadena de producción con interoperabilidad, descentralización, disponibilidad de información en tiempo real, modularización, digitalización de productos, procesos y computación en la nube.
Una falla en la red genera molestias al usuario promedio, y puede causar desde la interrupción de una videollamada o la pausa de una película en streaming hasta la derrota en un juego online, pero en un ambiente industrial, puede tener un impacto catastrófico sobre la productividad.
Es por eso por lo que las redes de comunicaciones de fibra óptica están en la posición ideal para ser la columna vertebral de la Industria 4.0, ya que son el medio físico que ofrece los mejores beneficios: los datos se mueven mediante pulsos de luz, lo que hace que la red sea mucho más veloz. Asimismo, no generan ruido electromagnético y, aunque se trata de cables muy delgados, flexibles y ligeros, que ocupan mucho menos espacio que el cable de cobre, las redes soportadas en fibra son robustas y seguras.
Fuente: sitioandino.com